jueves, 14 de agosto de 2008

Comentario a los CASQUILLOS por Alberto Martínez Márquez

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COMENTARIO DEL CRÍTICO QUE NO SOY PERO DEBIERA

Casquillos sigue una tradición de poesía aforística puertorriqueña, que se da desde la vanguardia de los 20, particularmente con los poetas noístas (Gustavo Palés Matos, Emilio R. Delgado y Vicente Géigel Polanco), los “Desconciertos” de Julio César López y algunos experimentos post-post-vanguardistas de Arturo Gómez Costa. No obstante, a diferencia de éstos, el ludismo que exhiben los Casquillos es mucho más íntertextual. Las referencias, alusiones e íntertextos van desde la propia poesía puertorriqueña del siglo XX, hasta los propios contemporáneos del poeta (referencia a los “sotaneros,” a Mara Pastor, etc.), la tradición lúdica en la poesía hispanoamericana (Parra) y referencias a la teoría literaria y cultural (Iser, el Postmodernismo, los estudios de género, etc.); Casquillos, visto en su totalidad, en un conjunto de artefactos deconstructores de ideologías, discursos, creencias y carencias, que a través de la palabra desarma el universo de los absolutismos. Cada una de las secciones ofrece una “lectura” de personas, textos y conceptos, que a su vez dispara hacia eso que Umberto Eco denominó la semiosis ilimitada; esto es, las múltiples interpretaciones que genera un texto mediante sus propias claves. A pesar de los referentes identificables y localizables, Casquillos no elude lo metatextual y conceptual. Muchos de estos poemínimos o micropoemas pueden leerse sin un conocimiento previo de los referentes, lo que manifiesta un conocimiento cabal de la dinámica de la poiesis. Jorge David Capiello ha sabido estructurar un texto poemático dislocador, entiéndase por ello un no-tradicional poemario “strictu senso”, que elude los lugares comunes y echa mano de un lenguaje minimalista que traza una nueva ruta en la lírica puertorriqueña actual.


COMENTARIO DEL POETA QUE SOY PERO NO DEBIERA

Leí Casquillos con suma fruición. Me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que este poemario no es un ejercicio sino una verdadera puesta en escena de una poesía necesaria. Y con esto me refiero a que la palabra que se yergue aquí no es prescindible. Al contrario, leo el poemario como una suerte de “ética poiética,” en tanto que mira hacia una tradición de la vanguardia poética puertorriqueña (y latinoamericana también) y la reescribe. Pero además, se puede visualizar también como una “ética poiética” que entroniza en el presente para lanzar una imagen en la poiesis (y en la poesía) del futuro. Nada de lo que digo aquí es gratuito, pues nace de una lectura acuciosa que entreteje la cartografía de la intertextualidad de los Casquillos. El verbo de Capiello resulta muy audaz y no concede espacio alguno para la complacencia. El poeta ha sabido asumir su oficio sin encomendarse a nada, salvo a la obligación que tiene con la propia poesía. Casquillos es un texto que se sitúa en la mejor producción de la poesía más reciente de Puerto Rico, y es un texto que debería ser ampliamente comentado y discutido, no sólo en los foros culturales, sino por los poetas mismos, como texto poético y como texto teórico de la poesía.
Alberto Martínez-Márquez
Dept. de Humanidades / UPR - Aguadilla